En la década de los noventa, el coaching entró en el mundo de la empresa, en el que la idea de un acompañamiento ha ido adquiriendo importancia. No basta con la formación global de los cuadros directivos, sino que también se ha hecho necesario un acompañamiento a medida, un acompañamiento que tenga en cuenta el desarrollo tanto profesional como personal. Hoy en día, todo el mundo puede disfrutar de los servicios de un coach.
El coach habla directamente a la persona -o a un grupo de personas reunidas en torno a un objetivo común- en su contexto actual para acompañarla en la realización de un proyecto, en su adaptación a un nuevo entorno o, incluso, en la resolución de problemas o conflictos. La dinámica del coaching se deriva, entre otros, del principio de que las verdaderas soluciones, es decir, aquellas que adoptan las personas y que generan en ellas un deseo genuino de realización, son aquellas que son de cosecha propia. Para la persona que lo usa, el coaching no se traduce en un reconocimiento de debilidad, sino más bien en una expresión de la fuerza de su carácter, ya que ha decidido recurrir a un acompañamiento eficaz en la búsqueda y la movilización de sus recursos que aún no ha explotado.